miércoles, 26 de noviembre de 2008

30

El Día realmente se pasó rápido. Quizás fue el hecho de que estuviera ansioso, realmente nervioso….lo extrañaba mucho y mi mente me hizo desvariar todo el día.
Me puse paranoico. Ordené y limpié mi habitación. Miraba por la ventana del segundo piso cada 5 minutos para saber si Hyde aparecía o no. Me tropecé dos veces con la escalera. Si no fuera torpe de por sí, mi madre hubiese sospechado que algo pasaba conmigo, estaba actuando raro. Estúpidamente raro, como cuando estás enamorado…
Amor…
No sabría decir si era eso lo que sentía a ciencia cierta, pero algo sentía, algo que me hacia sentir de lo mejor.
Lo que más me sorprendía era por quién tenia esos sentimientos.

A la tarde prácticamente me planté al lado de la puerta esperando que tocara. Me senté en el sillón, tocando notas sueltas en el bajo, el cual no había tocado hace semanas por culpa de los exámenes. Mi casa estaba tranquila, ni la radio estaba encendida.

Cuando por fin llegó y abrí la puerta, lo primero que hizo fue abrazarme.
Extrañaba sentir esa calidez, extrañaba sentir el dulce aroma de Hyde.
Y era raro. Porque hace cinco minutos que no dejaba de estar nervioso, y como siempre, al llegar Hyde, me tranquilizaba. Todo volvía a estar en armonía en mi interior, como si su sola presencia me calmara y me volviera a la realidad. Me pregunto como logra reacciones tan contradictorias en mí.

Hyde conoció a mi familia. Mi papá estaba en la oficina aún, así que solo nos encontrábamos mamá y mis dos hermanas. Era gracioso presentarles a Hyde como “un amigo de otra escuela” cuando en verdad…se podría decir que…éramos un poco más que amigos…
Digamos que éramos muy cercanos.
Al principio, pensé que mi mamá interpretaría mi sonrojo de otra forma. Ella es muy suspicaz, y tuve especial miedo con ella. Pero al parecer, estaba tranquila y se mostró muy cordial y amable. Ami también, dijo que Hyde era un chico muy lindo y me pidió un favor de “hermanos” para poder ligar con él. “jaja ya quisieras”, pensé mientras le dedicaba mi mejor sonrisa comprensiva.

Subimos a mi habitación con Hyde. Y de nuevo, como muchas veces, nos encontrábamos a solas.
Antes odiaba un poco esos momentos, porque no sabía que idiotez podía cometer. Porque Hyde me volvía loco, definitivamente…me gustaba mucho. Mucho más que cualquier persona. Ahora anhelaba pasar tiempo con él, lo necesitaba mucho.
Por eso espero que se acercara, y tomé toda la valentía que pude y lo besé.
Lo acerqué a mi totalmente nervioso, porque no sabía como hacerlo, no sabía que reacción iba a tener el. Pero me correspondió. Y sentí sus labios sobre los míos, sus manos sobre mí…pensé que mi corazón estallaría en ese momento. Ninguno de los dos se quería separar, aún cuando la amenaza de que alguien entrara y nos encontrara así, sonrojadas y muy juntos, pero no me importaba. Yo no quería, no quería dejarlo…Hyde me había atrapado, al parecer para siempre.

Hyde había escrito un par de cosas que me quería mostrar. Nos sentamos en el borde de la cama para acomodarnos mejor y lo escuché atento. También le mostré la melodía que escribí para uno de sus poemas. Quería que la cantara, quería escucharla de su propia voz. Él no quería.
Perdí la cuenta de cuantas veces lo besé para convencerlo. Pero lo conseguí. Hyde es muy obstinado.
Y canta maravilloso.

Todo en él es maravilloso. Su dulce rostro, sus labios, su cabello. Su hermosa voz que denota será muy grave al crecer, su forma de ser, su manera de escribir. Su cálida expresión, su aroma, su manera de tomar mi mano. Cuando estoy cerca de Hyde, es como si su aura tranquila me embriagara, e inundara toda la habitación.

No me importaba perder su amistad, si podía tenerlo de esa manera para siempre.

Me encontraba en ese estado de ensoñación, cuando llegó la peor hora. La hora de que Hyde se fuera. Lo abracé y lo besé como si fuera la última vez en mucho tiempo. Pero así me parecía. Luego de todo lo de este día, luego de todo lo que hablamos, porque aclaramos muchas cosas acerca de lo que sentíamos, era obvio que nada iba a volver a ser como antes. No podía simplemente volver a ser como antes.
Y le sonreí al despedirlo, porque a Hyde le gustaba mi sonrisa. Y yo quería que supiera que solo sonreía de esa manera para él. Y le dije que lo extrañaría en cuanto cruzara esa puerta, y así fue. No podía esperar para volver a verlo.
Me sentía un idiota, pero un idiota feliz.
Y esa noche no pude dormir porque mis recuerdos de ese día con Hyde no me dejaron conciliar el sueño…

No hay comentarios: