viernes, 23 de julio de 2010

49

[Visión de Hyde]

Esto era muchísimo más de lo que llegué a imaginar en algún momento en toda la faena de mi relación con Tetsu. Estábamos viviendo momentos tan especiales y maravillosos que era casi imposible pensar que eran reales, parecía algo que ni siquiera me había atrevido a soñar.
Al otro día lo llevé a conocer todo el lugar, las artesanías, comimos hasta morir e incluso nos dio tiempo de explorar otras playas más alejadas en donde difícilmente había siquiera un alma. Eran esos mis lugares favoritos, por su tranquilidad y su calma, quería compartir todo aquello con Tetchan. Él con su inigualable y radiante sonrisa me dejaba ver cada segundo lo mucho que lo estaba disfrutando y eso hacía que yo lo disfrutara el doble.
Más tarde, al caer la noche, nos adecuamos unos troncos para realizar una fogata improvisada, esta vez Tetsu me había dejado traer la guitarra y juntos interpretamos algunas canciones. Entre risas y bromas se nos pasaba la noche. A nuestro alrededor aún había gente, jóvenes y algunos adultos más allá en el bar. Pero apenas y supe de ellos, estaba embelesado y muy emocionado con su compañía, no requería de ninguna atención de otro tipo. Para mi sólo estábamos él y yo, juntos en aquella playa. Nuestra única compañera era la luna, ¿cómo ignorarla? Ella era la única que se sabía nuestra historia y sabía lo que hacíamos en ese lugar.

A la noche siguiente era el festival de rock que se llevaba a cabo cada año en aquella comunidad, yo sabía que se ponía muy bien pues asistía todos los años y ciertamente tenía muchas ganas de asistir con Tetsu al concierto. Así que sin pensármelo dos veces lo llevé, aunque de todas formas desde la casa de mi tío aquel show se veía increíble, nada era como verlo de frente y que toda la gente se empujara y bailoteara. El espectáculo encantó a Tetchan, pude notarlo.
Cuando íbamos de vuelta a la casa caminamos por la orilla de la playa, el mar se miraba tan atrayente pero Tetsu no me dejó entrar, alegando que me enfermaría. No quise discutir, incluso llegué a la conclusión de que sin duda tenía razón. Era como si él fuera esa falta de consciencia que a veces tenía yo, pero por suerte estaba conmigo para hacerme ver las cosas, por más insignificantes o ridículas que pudieran ser, él estaba ahí como siempre.
Una vez dentro de la casa, el silencio nos invadió. No sólo a nosotros, todo el lugar se quedó en completo silencio. Seguramente era porque después del concierto todos habían quedado agotados y a nadie le quedaban energías para nada más.
Tetsu y yo estábamos igual, en silencio dentro de la casa. No había ni un solo sonido, lo único que podía escuchar era mi respiración y la de él. Encendí la luz, me senté en el sillón y me quedé mirándolo un momento. “¿Te vas a dormir?” le pregunté casi sin pensar, no quería que lo hiciera aún, quería pasarme todo el rato posible con él, pues al otro día volveríamos a nuestro “mundo real”. Me contestó de manera tímida, no sabía por qué de repente se comportaba así, como si fuera la primera vez una vez más.
Sonreí un tanto enternecido y le indiqué que se sentara a mi lado, quería tenerlo entre mis brazos. Me gustaba ese silencio tan profundo y casi repentino que nos rodeaba, quería aprovecharlo, darle un poco de lo mucho que sentía por el. Lo acurruqué entre mis brazos y le regalé un par de caricias. “Te quiero”, le confesé en un leve susurro, sin deseos de romper aquel atractivo silencio, y el me contestó como sólo Tetchan sabe hacerlo, me alegré de escucharlo de sus labios, sentía que no podía cansarme de eso.
Lo besé, no me expliqué en ese momento por qué, pero sentía unas enormes ganas de amarlo y transmitirle todo aquello. Lo besé una vez más y nos miramos, sus ojos brillaban. Tal vez por las lámparas o tal vez sólo era mi imaginación, pero era un brillo especial que me llamaba a sentirlo cerca de mi piel, ansiaba besarlo y tocarlo como no lo había hecho antes.

Me sentía extraño, me sentía bien. Sin dejar de mirar aquellos ojos, comencé a bajar el cierre de su chaqueta, era como si mis manos se movieran a voluntad propia. Volvimos a besarnos, como si no nos cansáramos de hacerlo. Mis manos temblorosas le recorrieron la espalda, estaba tibio a pesar del viento frío que corría afuera.
De pronto se apartó de mi y se deshizo de la chaqueta, al ver aquello no pude evitar sonrojarme de forma leve, y caí en la cuenta de que lo que sentía eran deseos de hacerlo mío. “Tetchan…” susurré para que apenas él me escuchara como si pensara que alguien más pudiera vernos en aquella situación. Él me miró con ese gesto de inocencia que le caracterizaba, como si no pudiera asumir o adivinar el calor que se comenzaba a manifestar en mí. “Me encantas” le sonreí y volví a besarlo.

Momentos después ya ambos estábamos desabrigados sobre el sillón, me aventuré a deshacerme de su cinturón. Las ganas que tenía de llenarlo de mi cariño estaban siendo más fuertes que yo, ansiaba tenerlo entre mis brazos y entregarle en acciones todo el amor que sentía por él. Era suficiente el decirlo pero sabía que el demostrárselo sería más que suficiente, le quería hacer sentir pleno. “Te amo” sin darme cuenta las palabras salieron de mis labios como si las hubiese dicho mi mente en un acto de rebeldía en mi contra. Fue repentino, incluso yo me sorprendí, sin embargo no me arrepentí, porque de verdad estaba sintiéndolo así en ese justo momento. Así como tal vez lo había sentido en otros pero no me había dado la oportunidad de decírselo de frente. Lo amaba. Lo amaba como a nadie, porque nadie era como él.

Lo abracé contra mi cuerpo, el cuál sentía ardía en deseo al tocarse con el de él. Y de repente él se apartó, “no…”, esa diminuta sílaba me había calado en el corazón por sólo unos segundos, pero no quería que Tetsu lo notara. No dije nada, sólo dejé que se apartara y se acomodara la ropa. Me sentí mal, sentí que me había equivocado, pero no iba a dejar que eso me afectara, no en ese momento. Mi prioridad era saber cómo se sentía el, qué había pasado por su mente. Tal vez había ido yo demasiado rápido. Cuando se disculpó volví a mí, no iba a presionarlo ni a imponerle nada, yo no era así.
“Techan…” llamé su nombre, en realidad sin esperar respuesta o por tener que decirle algo, sólo quería decirlo, hacerle entender que todo estaba bien. Pero él volvía a disculparse. Ansiaba saber lo que pasaba por su mente en esos instantes, pero sabía que era imposible.

Me limité a cogerle de la mano y que notara que no debía disculparse, que las cosas eran como debían ser y que no iba a hacer nada que el no quisiera. “No te preocupes, ¿si?” le sonreí un poco, quería que me sonriera de vuelta, deseaba ver aquella expresión en su rostro. Pero no pude, se disculpó aún. No necesitaba decirme nada, pero lo hacía. Lo abracé, “no te preocupes” volví a repetir para así tal vez tranquilizarlo al menos un poco. Lo único que quería era que él estuviera bien y ahora sentía que lo había arruinado todo. Pero iba a remediarlo, creía tener el tiempo para remediar ese incidente.
Lo mantuve un buen rato entre mis brazos, tranquilizándolo. Diciéndole que todo estaba bien. Él se incorporó y me besó otra vez, le correspondí mientras sonreía. “Te amo” volví a repetir, sabía que muy dentro de mi anhelaba más que nada que él me lo dijera también, por eso inconscientemente era un poco insistente. “Yo también” se limitó a decir, por ahora para mi era suficiente. Volví a abrazarlo, pensé que tal vez algún día lograría que me lo dijera, aunque no contaba con la astucia del destino.

Al otro día debíamos partir. Con pesar comenzamos a hacer las maletas y a recorrer la casa para que no se nos olvidara nada. La recorrí más de dos veces para estar seguro. No mencioné nada de la noche anterior en que la intimidad entre nosotros había subido un peldaño pequeño. Él tampoco mencionó nada. Me hacía feliz, y no me cansaba de decírselo, nos quedaba mucha vida por delante, y ya habría tiempo… o eso quería creer.
La hora de partir estaba cerca, se me ocurría que podríamos volver el otro año para hacer tantas cosas que nos había faltado hacer o que nos habíamos perdido. A la otra podríamos pasear en barco o hasta saltar del bungee. Me emocionaba aquella idea, aunque tiempo después al recordarlo me llenara de nostalgia.
Ya estábamos listos para irnos, las maletas estaban llenas, sólo unas cuantas cosas y estaríamos preparados para el largo viaje de vuelta. Pero en ese justo instante, la puerta se abrió. Giré a ver a Tetsu, esto no estaba nada bien.