lunes, 31 de mayo de 2010

48

[Visión de Tetsu]

Los días eran maravillosos, muy maravillosos.
Al día siguiente dimos un paseo por el pueblo. Paseamos entre las calles (y había una feria de artesanías cerca de la playa así que echamos un vistazo también) y comimos hasta desfallecer en un local de “todo el teriyaki que puedas comer”. Hyde conocía muchos lugares cerca del sector, así que nos entretuvimos, atravesando el bosque, hasta llegar a otras playas cuyas aguas eran mucho más tranquilas que en cualquier otro lugar.
“Te gusta, tetchan?, me preguntaba cada cierto tiempo, pero para mi no era necesario responderle, mi sonrisa lo decía todo; desde la pesca fallida en las lagunillas hasta la caza y recolección de cangrejos, lo disfruté todo.
Esa noche era tan fría, que hicimos una fogata al borde de la playa. Colocamos un tronco donde sentarnos, y con ayuda de una guitarra, interpretamos una que otra melodía en un íntimo concierto a la luz de las estrellas.
Aunque no estábamos solos. Se veían otros jóvenes mayores que nosotros conversando un poco más lejanos, cerca de un bar playero, una pareja de adultos que contemplaban el océano, casi negro de no ser por la luna. Tan inmensa, que no se necesitaba otro tipo de iluminación.

También había un grupo de chicas conversando al igual que nosotros, que miraban cada cierto tiempo en nuestra dirección. Me imagino que querrían acercarse a hablar con nosotros, en especial una que miraba con fascinación como hyde tocaba la guitarra, inmerso en su propio mundo.
Pero daba igual, para mi no existía más gente que nosotros dos.
Esta sería una de las noches que más atesoraría en mi memoria más tarde.

Al igual que la siguiente.
Habíamos ido a un pequeño show que se hacía en la playa. Se habían presentado varios artistas locales arriba de un escenario improvisado que habían colocado sobre la arena, y nos habían brindado dos horas de un rock puro, progresivo y muy enérgico. Además, las luces de colores alrededor le daban un ambiente mucho más fiestero; y aunque quizás éramos los de menor edad entre toda la gente, no nos importó, lo disfrutamos igual.
Terminado el show, a eso de las 12 de la noche, volvimos a la casa muy alegres. No corría viento, y de seguro hyde podría haberse lanzado al mar a nadar de no ser por que se lo impedí. “Te vas a resfriar”, lo regañé cuando abría la puerta y prendía las luces. “pero es una espléndida noche”, replico él, observando el escenario otra vez, ahora desde la ventana. Se veía un minúsculo punto de colores.

Luego de terminar el show se dio paso a una noche silenciosa, a la que nosotros contribuíamos a su vez, pues estábamos tan callados que solo podía oír mis pensamientos, el latido de mi corazón, y nuestras propias respiraciones. Hyde encendió una lamparita, la que iluminó tenuemente la sala de estar, y se sentó. “¿Te vas a dormir?, me preguntó entonces, clavando sus oscuros ojos en mí, fijos, reflejando apenas el fulgor amarillo de la lámpara. “eh…no lo sé”, repliqué a mi vez, mudo, tímido. Cosa que siempre me sucedía cuando se colocaba de esa manera, observándome, parecía mucho mayor de lo que en realidad era.
Me indicó que me sentara a su lado, y le obedecí. Entonces me acurrucó entre sus brazos y apoyó la cabeza en mi hombro, susurrando un “te quiero” con apenas un hilo de voz. Me di vuelta y estaba sonrojado. “¡Yo también te quiero!” entonces exclamé, sonriente.
En ese momento sentía una paz inimaginable. Aunque no había ruidos del exterior, sentía que el mundo se había detenido, y que yo estaba congelado, y solo podía mirar a hyde. Observarlo, dejar que me acariciara el cabello, que me tocara la cara, que me besara lentamente. Solo cerré los ojos.
Fueron varios minutos en los que estuvimos en la misma posición.

Mi corazón comenzó a latir mucho más rápido. Hyde tomó mi mano, y mientras me miraba a los ojos, comenzó a bajar el cierre de mi camisa. No me dijo nada, y yo tampoco, porque no era necesario interrumpir el momento con palabras. Me acerqué para besarlo, y mientras lo hacía, soltaba su mano y la llevaba a su cuello, de modo que acerqué mi cuerpo al suyo. Lo abracé por el cuello, mientras sentía como introducía sus manos por mi espalda. Pero no se lo impedí, por que en el fondo, si lo ansiaba. Desde hace tiempo, deseaba tener un momento así con él, pero quizás no quería admitirlo. Y ahora, parecía el momento. Y a pesar de que no estaba seguro realmente…en este momento…no quería detenerme.
Me separé para poder quitarme la chaqueta, al tiempo que el me miraba, con expresión de duda, de interrogación. “Tetchan…”susurró, al tiempo que se ruborizaba,”¿estás seguro de que…” “¿de qué?”, pregunté ladeando la cabeza, fingiendo la total y absoluta inocencia. Me miró perplejo por unos segundos, pero luego sonrió, a lo que le correspondí. “Me encantas”, me volvió a besar.

Estábamos en el sillón, levemente iluminados por la luz de la luna, puesto que no habíamos cerrado las cortinas. Hyde estaba encima de mí, y yo por consiguiente, debajo de él. Se había quitado su abrigo también, y mientras me besaba, desabrochaba mi cinturón con una velocidad que me sorprendió.
Le imité, y de verdad pude sentir como el calor aumentaba en la habitación.
Nos besamos. Y lo único que podía pensar en ese momento es que realmente sentía algo demasiado fuerte por hyde. Algo que había crecido durante demasiado tiempo, y que se había intensificado de una manera enorme, al punto de que…me había llevado a una situación como la que estaba viviendo…
¿Era eso amor?
Sentía que era así, pero…tenía miedo. Miré a hyde a los ojos, y pude ver ese mismo sentimiento, ese mismo fuego…en sus ojos. Sí, el me amaba.
“Te amo…” susurró entonces, como si hubiese estado leyendo mi mente. Me sorprendió, tanto que no pude moverme, mientras el acariciaba su mejilla contra la mía.
Sí, yo también lo amaba…pero, cuando trataba de responderle, no podía abrir la boca. No podía. Lo besé, tratando de transmitirle de esa manera todo lo que sentía, pero no sé si podía sentirlo. Hyde me abrazaba con tanta fuerza, con tanta pasión…
Pero yo, de pronto, tuve miedo.
“no…”, me aparté de él, con la cabeza baja, por que no quería toparme con su mirada de desconcierto. Me dejó espacio, hasta que ambos volvimos a quedar sentados en el sillón. “lo siento…yo…”, trataba de hablar, pero no podía. Tenía la ropa revuelta, y la acomodé en su lugar, me abroché el cinturón. Tenía miedo de mirar a Hyde a la cara.
“Tetchan…”
Me puse mucho más nervioso. ¿quizás había malinterpretado lo que dije?
“perdón. Pero es que no puedo…”, alcé la vista, para encontrarme con su mirada de preocupación. ¿qué es lo que pensó cuando no le correspondí? ¿Se habrá sentido dolido? ¿Acaso yo no sentía el mismo amor por él? ¡Claro que sí!, me decía a mi mismo, pero no podía decirle....no podía usar esas dos simples palabras. Era demasiado difícil.

Nunca en mi vida le había dicho “te amo” a alguien, ni siquiera a mi madre. Y ahora, estando con la persona que más deseaba tener a mi lado, no podía expresarme a través de unas simples palabras. De pronto sentí que todo iba demasiado rápido.
Temía encontrar en sus ojos un reproche, o decepción. Quería llorar, pero eso hubiera sido una estupidez de mi parte.
Tomó mi mano con dulzura, y me habló: “no te preocupes, ¿si?” trató de sonreír, para calmarme, pero yo no podía calmarme. Estaba angustiado.
“Perdóname…” volví a repetir, al tiempo que él me abrazaba. Apoyé la cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón, que en parte me ayudó, pero yo estaba visiblemente afectado. Eran demasiadas emociones juntas las que había vivido ese día, esos días. “perdóname…por favor, en serio, no sabes lo mucho que ansío estar contigo. Pero, no puedo…”
“No te preocupes”, volvió a repetir, al tiempo en que me acariciaba la cabeza. Lo miré y vi que sonreía, y me calmó ver que en sus ojos aún existía ese fulgor. “no quiero hacer nada que tu no quieras. Quiero que seas feliz, que estés feliz conmigo. Tranquilo, ¿si? No pasa nada…” parecía como si estuviera hablándole a un niño pequeño, lo que me causó cierta gracia. Me incliné para besarlo otra vez, pero despacito, apenas tocando sus labios. “Te amo”, volvió a repetir, “no sabes lo feliz que me haces tú a mi”.

¿Qué más maravilloso que eso?, pensé. ¿y cómo podía corresponderle eso? ¿Cómo? Si no me atrevía…quizás simplemente no estaba listo.
“Yo también…”, fue lo único que atiné a decir, con voz tímida, débil. “Doiha…”
Me besó otra vez, y supe que había entendido de igual manera. Aún así yo confiaba en que llegaría un día, no muy lejano, en el que realmente pudiera decirlo.
Pero estaba muy equivocado.

Al día siguiente partíamos a la ciudad. Lo que pasó esa noche no se nos olvidaría nunca, sería recordado como el inicio a una cercanía…mucho más intima. Estábamos enamorados, completamente uno del otro, y no había absolutamente nada que pudiera contra eso, estaba claro. O así pensábamos. Hyde no dijo ni una sola palabra de lo acontecido, y nunca supe si se había enojado por mi debilidad. Pero creo que no. Me amaba demasiado, ahora podía sentirlo en cada gesto que tenía hacia conmigo. Y yo trataba de corresponderle, quería que el fuera tan feliz como yo en ese momento. “Me haces feliz…” decía, y eso me alegraba. No necesitaba más, repito.

Y todo era maravilloso, por eso nunca ninguno de los dos predijo lo que sucedería a continuación. Ninguno pudo imaginarse que las cosas terminaran asi.

Estábamos casi listos para irnos, solo nos faltaba empacar algunas cosas en las maletas, cuando de pronto, se abrió la puerta.