viernes, 23 de julio de 2010

49

[Visión de Hyde]

Esto era muchísimo más de lo que llegué a imaginar en algún momento en toda la faena de mi relación con Tetsu. Estábamos viviendo momentos tan especiales y maravillosos que era casi imposible pensar que eran reales, parecía algo que ni siquiera me había atrevido a soñar.
Al otro día lo llevé a conocer todo el lugar, las artesanías, comimos hasta morir e incluso nos dio tiempo de explorar otras playas más alejadas en donde difícilmente había siquiera un alma. Eran esos mis lugares favoritos, por su tranquilidad y su calma, quería compartir todo aquello con Tetchan. Él con su inigualable y radiante sonrisa me dejaba ver cada segundo lo mucho que lo estaba disfrutando y eso hacía que yo lo disfrutara el doble.
Más tarde, al caer la noche, nos adecuamos unos troncos para realizar una fogata improvisada, esta vez Tetsu me había dejado traer la guitarra y juntos interpretamos algunas canciones. Entre risas y bromas se nos pasaba la noche. A nuestro alrededor aún había gente, jóvenes y algunos adultos más allá en el bar. Pero apenas y supe de ellos, estaba embelesado y muy emocionado con su compañía, no requería de ninguna atención de otro tipo. Para mi sólo estábamos él y yo, juntos en aquella playa. Nuestra única compañera era la luna, ¿cómo ignorarla? Ella era la única que se sabía nuestra historia y sabía lo que hacíamos en ese lugar.

A la noche siguiente era el festival de rock que se llevaba a cabo cada año en aquella comunidad, yo sabía que se ponía muy bien pues asistía todos los años y ciertamente tenía muchas ganas de asistir con Tetsu al concierto. Así que sin pensármelo dos veces lo llevé, aunque de todas formas desde la casa de mi tío aquel show se veía increíble, nada era como verlo de frente y que toda la gente se empujara y bailoteara. El espectáculo encantó a Tetchan, pude notarlo.
Cuando íbamos de vuelta a la casa caminamos por la orilla de la playa, el mar se miraba tan atrayente pero Tetsu no me dejó entrar, alegando que me enfermaría. No quise discutir, incluso llegué a la conclusión de que sin duda tenía razón. Era como si él fuera esa falta de consciencia que a veces tenía yo, pero por suerte estaba conmigo para hacerme ver las cosas, por más insignificantes o ridículas que pudieran ser, él estaba ahí como siempre.
Una vez dentro de la casa, el silencio nos invadió. No sólo a nosotros, todo el lugar se quedó en completo silencio. Seguramente era porque después del concierto todos habían quedado agotados y a nadie le quedaban energías para nada más.
Tetsu y yo estábamos igual, en silencio dentro de la casa. No había ni un solo sonido, lo único que podía escuchar era mi respiración y la de él. Encendí la luz, me senté en el sillón y me quedé mirándolo un momento. “¿Te vas a dormir?” le pregunté casi sin pensar, no quería que lo hiciera aún, quería pasarme todo el rato posible con él, pues al otro día volveríamos a nuestro “mundo real”. Me contestó de manera tímida, no sabía por qué de repente se comportaba así, como si fuera la primera vez una vez más.
Sonreí un tanto enternecido y le indiqué que se sentara a mi lado, quería tenerlo entre mis brazos. Me gustaba ese silencio tan profundo y casi repentino que nos rodeaba, quería aprovecharlo, darle un poco de lo mucho que sentía por el. Lo acurruqué entre mis brazos y le regalé un par de caricias. “Te quiero”, le confesé en un leve susurro, sin deseos de romper aquel atractivo silencio, y el me contestó como sólo Tetchan sabe hacerlo, me alegré de escucharlo de sus labios, sentía que no podía cansarme de eso.
Lo besé, no me expliqué en ese momento por qué, pero sentía unas enormes ganas de amarlo y transmitirle todo aquello. Lo besé una vez más y nos miramos, sus ojos brillaban. Tal vez por las lámparas o tal vez sólo era mi imaginación, pero era un brillo especial que me llamaba a sentirlo cerca de mi piel, ansiaba besarlo y tocarlo como no lo había hecho antes.

Me sentía extraño, me sentía bien. Sin dejar de mirar aquellos ojos, comencé a bajar el cierre de su chaqueta, era como si mis manos se movieran a voluntad propia. Volvimos a besarnos, como si no nos cansáramos de hacerlo. Mis manos temblorosas le recorrieron la espalda, estaba tibio a pesar del viento frío que corría afuera.
De pronto se apartó de mi y se deshizo de la chaqueta, al ver aquello no pude evitar sonrojarme de forma leve, y caí en la cuenta de que lo que sentía eran deseos de hacerlo mío. “Tetchan…” susurré para que apenas él me escuchara como si pensara que alguien más pudiera vernos en aquella situación. Él me miró con ese gesto de inocencia que le caracterizaba, como si no pudiera asumir o adivinar el calor que se comenzaba a manifestar en mí. “Me encantas” le sonreí y volví a besarlo.

Momentos después ya ambos estábamos desabrigados sobre el sillón, me aventuré a deshacerme de su cinturón. Las ganas que tenía de llenarlo de mi cariño estaban siendo más fuertes que yo, ansiaba tenerlo entre mis brazos y entregarle en acciones todo el amor que sentía por él. Era suficiente el decirlo pero sabía que el demostrárselo sería más que suficiente, le quería hacer sentir pleno. “Te amo” sin darme cuenta las palabras salieron de mis labios como si las hubiese dicho mi mente en un acto de rebeldía en mi contra. Fue repentino, incluso yo me sorprendí, sin embargo no me arrepentí, porque de verdad estaba sintiéndolo así en ese justo momento. Así como tal vez lo había sentido en otros pero no me había dado la oportunidad de decírselo de frente. Lo amaba. Lo amaba como a nadie, porque nadie era como él.

Lo abracé contra mi cuerpo, el cuál sentía ardía en deseo al tocarse con el de él. Y de repente él se apartó, “no…”, esa diminuta sílaba me había calado en el corazón por sólo unos segundos, pero no quería que Tetsu lo notara. No dije nada, sólo dejé que se apartara y se acomodara la ropa. Me sentí mal, sentí que me había equivocado, pero no iba a dejar que eso me afectara, no en ese momento. Mi prioridad era saber cómo se sentía el, qué había pasado por su mente. Tal vez había ido yo demasiado rápido. Cuando se disculpó volví a mí, no iba a presionarlo ni a imponerle nada, yo no era así.
“Techan…” llamé su nombre, en realidad sin esperar respuesta o por tener que decirle algo, sólo quería decirlo, hacerle entender que todo estaba bien. Pero él volvía a disculparse. Ansiaba saber lo que pasaba por su mente en esos instantes, pero sabía que era imposible.

Me limité a cogerle de la mano y que notara que no debía disculparse, que las cosas eran como debían ser y que no iba a hacer nada que el no quisiera. “No te preocupes, ¿si?” le sonreí un poco, quería que me sonriera de vuelta, deseaba ver aquella expresión en su rostro. Pero no pude, se disculpó aún. No necesitaba decirme nada, pero lo hacía. Lo abracé, “no te preocupes” volví a repetir para así tal vez tranquilizarlo al menos un poco. Lo único que quería era que él estuviera bien y ahora sentía que lo había arruinado todo. Pero iba a remediarlo, creía tener el tiempo para remediar ese incidente.
Lo mantuve un buen rato entre mis brazos, tranquilizándolo. Diciéndole que todo estaba bien. Él se incorporó y me besó otra vez, le correspondí mientras sonreía. “Te amo” volví a repetir, sabía que muy dentro de mi anhelaba más que nada que él me lo dijera también, por eso inconscientemente era un poco insistente. “Yo también” se limitó a decir, por ahora para mi era suficiente. Volví a abrazarlo, pensé que tal vez algún día lograría que me lo dijera, aunque no contaba con la astucia del destino.

Al otro día debíamos partir. Con pesar comenzamos a hacer las maletas y a recorrer la casa para que no se nos olvidara nada. La recorrí más de dos veces para estar seguro. No mencioné nada de la noche anterior en que la intimidad entre nosotros había subido un peldaño pequeño. Él tampoco mencionó nada. Me hacía feliz, y no me cansaba de decírselo, nos quedaba mucha vida por delante, y ya habría tiempo… o eso quería creer.
La hora de partir estaba cerca, se me ocurría que podríamos volver el otro año para hacer tantas cosas que nos había faltado hacer o que nos habíamos perdido. A la otra podríamos pasear en barco o hasta saltar del bungee. Me emocionaba aquella idea, aunque tiempo después al recordarlo me llenara de nostalgia.
Ya estábamos listos para irnos, las maletas estaban llenas, sólo unas cuantas cosas y estaríamos preparados para el largo viaje de vuelta. Pero en ese justo instante, la puerta se abrió. Giré a ver a Tetsu, esto no estaba nada bien.

lunes, 31 de mayo de 2010

48

[Visión de Tetsu]

Los días eran maravillosos, muy maravillosos.
Al día siguiente dimos un paseo por el pueblo. Paseamos entre las calles (y había una feria de artesanías cerca de la playa así que echamos un vistazo también) y comimos hasta desfallecer en un local de “todo el teriyaki que puedas comer”. Hyde conocía muchos lugares cerca del sector, así que nos entretuvimos, atravesando el bosque, hasta llegar a otras playas cuyas aguas eran mucho más tranquilas que en cualquier otro lugar.
“Te gusta, tetchan?, me preguntaba cada cierto tiempo, pero para mi no era necesario responderle, mi sonrisa lo decía todo; desde la pesca fallida en las lagunillas hasta la caza y recolección de cangrejos, lo disfruté todo.
Esa noche era tan fría, que hicimos una fogata al borde de la playa. Colocamos un tronco donde sentarnos, y con ayuda de una guitarra, interpretamos una que otra melodía en un íntimo concierto a la luz de las estrellas.
Aunque no estábamos solos. Se veían otros jóvenes mayores que nosotros conversando un poco más lejanos, cerca de un bar playero, una pareja de adultos que contemplaban el océano, casi negro de no ser por la luna. Tan inmensa, que no se necesitaba otro tipo de iluminación.

También había un grupo de chicas conversando al igual que nosotros, que miraban cada cierto tiempo en nuestra dirección. Me imagino que querrían acercarse a hablar con nosotros, en especial una que miraba con fascinación como hyde tocaba la guitarra, inmerso en su propio mundo.
Pero daba igual, para mi no existía más gente que nosotros dos.
Esta sería una de las noches que más atesoraría en mi memoria más tarde.

Al igual que la siguiente.
Habíamos ido a un pequeño show que se hacía en la playa. Se habían presentado varios artistas locales arriba de un escenario improvisado que habían colocado sobre la arena, y nos habían brindado dos horas de un rock puro, progresivo y muy enérgico. Además, las luces de colores alrededor le daban un ambiente mucho más fiestero; y aunque quizás éramos los de menor edad entre toda la gente, no nos importó, lo disfrutamos igual.
Terminado el show, a eso de las 12 de la noche, volvimos a la casa muy alegres. No corría viento, y de seguro hyde podría haberse lanzado al mar a nadar de no ser por que se lo impedí. “Te vas a resfriar”, lo regañé cuando abría la puerta y prendía las luces. “pero es una espléndida noche”, replico él, observando el escenario otra vez, ahora desde la ventana. Se veía un minúsculo punto de colores.

Luego de terminar el show se dio paso a una noche silenciosa, a la que nosotros contribuíamos a su vez, pues estábamos tan callados que solo podía oír mis pensamientos, el latido de mi corazón, y nuestras propias respiraciones. Hyde encendió una lamparita, la que iluminó tenuemente la sala de estar, y se sentó. “¿Te vas a dormir?, me preguntó entonces, clavando sus oscuros ojos en mí, fijos, reflejando apenas el fulgor amarillo de la lámpara. “eh…no lo sé”, repliqué a mi vez, mudo, tímido. Cosa que siempre me sucedía cuando se colocaba de esa manera, observándome, parecía mucho mayor de lo que en realidad era.
Me indicó que me sentara a su lado, y le obedecí. Entonces me acurrucó entre sus brazos y apoyó la cabeza en mi hombro, susurrando un “te quiero” con apenas un hilo de voz. Me di vuelta y estaba sonrojado. “¡Yo también te quiero!” entonces exclamé, sonriente.
En ese momento sentía una paz inimaginable. Aunque no había ruidos del exterior, sentía que el mundo se había detenido, y que yo estaba congelado, y solo podía mirar a hyde. Observarlo, dejar que me acariciara el cabello, que me tocara la cara, que me besara lentamente. Solo cerré los ojos.
Fueron varios minutos en los que estuvimos en la misma posición.

Mi corazón comenzó a latir mucho más rápido. Hyde tomó mi mano, y mientras me miraba a los ojos, comenzó a bajar el cierre de mi camisa. No me dijo nada, y yo tampoco, porque no era necesario interrumpir el momento con palabras. Me acerqué para besarlo, y mientras lo hacía, soltaba su mano y la llevaba a su cuello, de modo que acerqué mi cuerpo al suyo. Lo abracé por el cuello, mientras sentía como introducía sus manos por mi espalda. Pero no se lo impedí, por que en el fondo, si lo ansiaba. Desde hace tiempo, deseaba tener un momento así con él, pero quizás no quería admitirlo. Y ahora, parecía el momento. Y a pesar de que no estaba seguro realmente…en este momento…no quería detenerme.
Me separé para poder quitarme la chaqueta, al tiempo que el me miraba, con expresión de duda, de interrogación. “Tetchan…”susurró, al tiempo que se ruborizaba,”¿estás seguro de que…” “¿de qué?”, pregunté ladeando la cabeza, fingiendo la total y absoluta inocencia. Me miró perplejo por unos segundos, pero luego sonrió, a lo que le correspondí. “Me encantas”, me volvió a besar.

Estábamos en el sillón, levemente iluminados por la luz de la luna, puesto que no habíamos cerrado las cortinas. Hyde estaba encima de mí, y yo por consiguiente, debajo de él. Se había quitado su abrigo también, y mientras me besaba, desabrochaba mi cinturón con una velocidad que me sorprendió.
Le imité, y de verdad pude sentir como el calor aumentaba en la habitación.
Nos besamos. Y lo único que podía pensar en ese momento es que realmente sentía algo demasiado fuerte por hyde. Algo que había crecido durante demasiado tiempo, y que se había intensificado de una manera enorme, al punto de que…me había llevado a una situación como la que estaba viviendo…
¿Era eso amor?
Sentía que era así, pero…tenía miedo. Miré a hyde a los ojos, y pude ver ese mismo sentimiento, ese mismo fuego…en sus ojos. Sí, el me amaba.
“Te amo…” susurró entonces, como si hubiese estado leyendo mi mente. Me sorprendió, tanto que no pude moverme, mientras el acariciaba su mejilla contra la mía.
Sí, yo también lo amaba…pero, cuando trataba de responderle, no podía abrir la boca. No podía. Lo besé, tratando de transmitirle de esa manera todo lo que sentía, pero no sé si podía sentirlo. Hyde me abrazaba con tanta fuerza, con tanta pasión…
Pero yo, de pronto, tuve miedo.
“no…”, me aparté de él, con la cabeza baja, por que no quería toparme con su mirada de desconcierto. Me dejó espacio, hasta que ambos volvimos a quedar sentados en el sillón. “lo siento…yo…”, trataba de hablar, pero no podía. Tenía la ropa revuelta, y la acomodé en su lugar, me abroché el cinturón. Tenía miedo de mirar a Hyde a la cara.
“Tetchan…”
Me puse mucho más nervioso. ¿quizás había malinterpretado lo que dije?
“perdón. Pero es que no puedo…”, alcé la vista, para encontrarme con su mirada de preocupación. ¿qué es lo que pensó cuando no le correspondí? ¿Se habrá sentido dolido? ¿Acaso yo no sentía el mismo amor por él? ¡Claro que sí!, me decía a mi mismo, pero no podía decirle....no podía usar esas dos simples palabras. Era demasiado difícil.

Nunca en mi vida le había dicho “te amo” a alguien, ni siquiera a mi madre. Y ahora, estando con la persona que más deseaba tener a mi lado, no podía expresarme a través de unas simples palabras. De pronto sentí que todo iba demasiado rápido.
Temía encontrar en sus ojos un reproche, o decepción. Quería llorar, pero eso hubiera sido una estupidez de mi parte.
Tomó mi mano con dulzura, y me habló: “no te preocupes, ¿si?” trató de sonreír, para calmarme, pero yo no podía calmarme. Estaba angustiado.
“Perdóname…” volví a repetir, al tiempo que él me abrazaba. Apoyé la cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón, que en parte me ayudó, pero yo estaba visiblemente afectado. Eran demasiadas emociones juntas las que había vivido ese día, esos días. “perdóname…por favor, en serio, no sabes lo mucho que ansío estar contigo. Pero, no puedo…”
“No te preocupes”, volvió a repetir, al tiempo en que me acariciaba la cabeza. Lo miré y vi que sonreía, y me calmó ver que en sus ojos aún existía ese fulgor. “no quiero hacer nada que tu no quieras. Quiero que seas feliz, que estés feliz conmigo. Tranquilo, ¿si? No pasa nada…” parecía como si estuviera hablándole a un niño pequeño, lo que me causó cierta gracia. Me incliné para besarlo otra vez, pero despacito, apenas tocando sus labios. “Te amo”, volvió a repetir, “no sabes lo feliz que me haces tú a mi”.

¿Qué más maravilloso que eso?, pensé. ¿y cómo podía corresponderle eso? ¿Cómo? Si no me atrevía…quizás simplemente no estaba listo.
“Yo también…”, fue lo único que atiné a decir, con voz tímida, débil. “Doiha…”
Me besó otra vez, y supe que había entendido de igual manera. Aún así yo confiaba en que llegaría un día, no muy lejano, en el que realmente pudiera decirlo.
Pero estaba muy equivocado.

Al día siguiente partíamos a la ciudad. Lo que pasó esa noche no se nos olvidaría nunca, sería recordado como el inicio a una cercanía…mucho más intima. Estábamos enamorados, completamente uno del otro, y no había absolutamente nada que pudiera contra eso, estaba claro. O así pensábamos. Hyde no dijo ni una sola palabra de lo acontecido, y nunca supe si se había enojado por mi debilidad. Pero creo que no. Me amaba demasiado, ahora podía sentirlo en cada gesto que tenía hacia conmigo. Y yo trataba de corresponderle, quería que el fuera tan feliz como yo en ese momento. “Me haces feliz…” decía, y eso me alegraba. No necesitaba más, repito.

Y todo era maravilloso, por eso nunca ninguno de los dos predijo lo que sucedería a continuación. Ninguno pudo imaginarse que las cosas terminaran asi.

Estábamos casi listos para irnos, solo nos faltaba empacar algunas cosas en las maletas, cuando de pronto, se abrió la puerta.

domingo, 28 de marzo de 2010

47

La tarde anterior al gran día, cuando por fin me llevaría a Tetsu lejos de ahí para un merecido tiempo juntos, visité a mi tío para buscar las llaves de la cabaña que tenía cerca de la playa. No tuve que insistir mucho, sabía que sólo con mencionar la palabra “chica” tenía toda la libertad en ese lugar asegurada. Mi tío era un hombre muy “comprensivo” cuando de eso se trataba. Esa noche casi no pude dormir, me la pasaba pensando en todas las cosas que haríamos al día siguiente con Tetsu luego de bajarnos del bus. Además estaba un poco nervioso porque Tetsu le había mentido a sus padres, pero si nada iba mal, no habría de qué preocuparse.
A la mañana siguiente cuando todavía no se asomaba ni un rayo de sol, me levanté animado, a pesar de que no había dormido mucho. Tomé la maleta que había preparado la noche anterior antes de acostarme y entré a la habitación de mi madre quien aún dormía. Dejé una nota en su mesa de noche y salí rápidamente de la casa. Al llegar a la estación de buses miré mi reloj, por lo visto había llegado unos minutos antes y era por eso que no veía a Tetsu, pero un rato después lo vi caminando hacia mi con esa hermosa sonrisa que siempre tiene. Casi sin darme cuenta, también sonreí y otro rato después emprendimos el viaje.
El viaje no fue tan largo como creí que iba a ser, además me distraje mirando a Te-chan, me causaba ternura la forma en que miraba todo con ese dejo de ilusión en sus ojos. Me incliné un poco sobre su asiento para mirar también por la ventana asiéndolo suave y discretamente por la cintura. Nos miramos un momento y nos sonreímos mutuamente, sin duda serían unas vacaciones inolvidables.
Al llegar a la casa, Tetsu entró en esta hecho un bólido y comenzó a recorrer todo. Boté las maletas junto a la puerta y lo seguí. De momentos, con algún cuarto que abríamos o alguna cosa que veíamos yo le contaba alguna anécdota, pues ahí había pasado varias veces las vacaciones con mi familia. “En esta habitación me quedaba siempre que veníamos” le indiqué al momento que entramos a la última habitación de la casa. Dentro había una litera, “me gustaba dormir arriba, recuerdo que creía que así dormiría más cerca del cielo”. Él me miró y sin esperármelo se abalanzó sobre mí, abrazándome y besándome después, aquel beso que llevaba horas esperando. Luego de un momento, lo tomé de la mano y lo saqué de ahí, “¿Qué es lo que haremos primero?”, su pregunta había llegado en el momento justo. Lo guié hasta el sillón y lo senté ahí, “Ya vas a ver, espérame aquí, ponte cómodo”, lo besé rápidamente, tomé mi mochila y me dirigí a la cocina. Me coloqué un delantal, y comencé con la primera parte del plan. Iba a prepararle a Te-chan la mejor cena de su vida, y también lo que más rico me quedaba, mi orgullo culinario. Luego de un rato en donde casi pierdo un dedo con el cuchillo y casi termino con quemaduras de tercer grado, salí de la cocina y me quité el delantal para sentarme junto a Tetsu, su mirada me preguntaba qué era lo que hacía y para qué lo hacía. Le contesté con una sonrisa, “solo esperemos un poco más”, lo abracé y el me rodeó por la cintura acurrucándose en mi pecho. "Por la noche vamos a la playa si?” asentí y lo besé, ¿cómo decirle que no a esa carita?. Poco me duró el gusto, pues la cocina necesitaba ser supervisada o mi obra de arte se iría al carajo. Lo solté muy a mi pesar y volví a la cocina.
Comencé a sacar los cubiertos y las cosas para poner la mesa, por suerte la cabaña tenía servicio de mantenimiento, si no estaría toda llena de polvo y eso no sería lindo. La mesa y el comedor en general quedaron justo como lo había imaginado, la luz del sol entraba con fuerza por el ventanal del comedor, fuera de este estaba el jardín. Abrí la cortina por completo dejando que la luz natural iluminara todo. Cuando todo estuvo en la mesa, excepto los platillos y la bebida, Tetsu me siguió a la cocina con ánimos de ayudarme, pero todo estaba casi listo y perfecto, le entregué los vasos de jugo de manzana que llevaba en las manos para que los llevara y volví dentro de la cocina. Volví al comedor con los platos y los coloqué sobre la mesa en sus respectivos lugares, me paré detrás de la silla destinada a Tetsu e hice un gesto con la mano invitándole a sentarse, “su cena está lista”, le guiñé un ojo y tomándole la mano le ayudé a sentarse acomodando después su silla. Nos miramos divertidos y sin poderlo evitar ambos nos reímos por ese gesto.
Me senté del otro lado de la mesa, justo frente a Tetsu y le miré con ansias, esperando alguna reacción por la visión que tenía frente a él, en lo personal yo ya tenía mucha hambre y podía asegurar que Tetsu también, pero quería que el lo probara antes que nadie. “Hyde esto huele delicioso”, hasta que por fin tomó el tenedor y picó la carne, lo puso en su boca y cruelmente lo masticó con lentitud, sólo para hacerme sufrir!... Tal vez exagero, pero de verdad quería que a Tetsu le gustara, quizá podría cocinar para él más seguido, me gustaría hacerlo. Luego de unos segundos de tensión, “Rico!” exclamó así como sólo él sabe ser y se notó en su rostro que le había gustado, me sentí aliviado. El resto de la comida la pasamos en silencio, es de mala educación hablar mientras se come, aunque la verdad no podía decir nada, estaba muy feliz y eso que no llevábamos ni medio día ahí.
Al rato dejábamos las maletas en la habitación, no la habitación de la litera, nos atrevimos a elegir la principal. Bajamos por entre los árboles tomados de la mano, pues no vimos a ningún curioso cerca, fuimos lento sintiendo la brisa pegarnos en la cara suavemente. Llegamos a la arena y de inmediato corrimos al mar, cómo si desde él nos hubieran jalado hacia adentro. Estábamos de lo mejor cuando llegó una ola y me derribó, todavía no planeaba mojarme completo, pero la ola me ahorró el trabajo. Tetsu comenzó a reírse a carcajadas, “Al menos mi ridículo te hace feliz”, lo miré con cara de pocos amigos y el cabello pegado a la cara, “Ya verás!”, me lancé sobre el y lo boté al agua volcándolo entre las olas pequeñas que nos llegaban. Luego de quedar todos empapados y encontrar una bonita estrella de mar, nos fuimos caminando por la orilla mientras la tarde caía, estuvimos un rato viendo las olas chocando contra las rocas. Ese escenario se me antojó para hacer un poco de música pero Te-chan no me dejó, dijo que era peligroso. Nos quedamos ahí mirando el sol ocultarse, sin duda había sido un día provechoso, ya casi no había gente en esa parte de la playa, rodeé a Tetsu con un brazo, él apoyó la cabeza sobre mi hombro. Busqué su boca para besarla con dulzura, “el final perfecto para el día perfecto”, le sonreí y volví a besarlo un rato más.
Volvimos a la orilla en donde los estragos de las olas habían hecho que nuestro castillo desapareciera, además de que según el testigo Te-chan, un niño lo había tirado por accidente. Llegamos de nuevo a la cabaña y nos alistamos para la noche. Mientras preparaba la cena, Tetsu salió a tomar fotografías al balcón. Cenamos y nos fuimos a la habitación. Habíamos planeado muchas cosas para hacer en esas vacaciones juntos, pero luego de pasar toda una tarde en la playa jugando, se nos había pasado el tiempo volando y necesitábamos reponer energías. Nos recostamos en la enorme cama de la habitación principal y encendimos la tele. Tetsu se acurrucó entre mis brazos una vez más y casi al instante se quedó dormido, lo besé mientras apagaba la televisión y me acomodaba a su lado, así juntos nos quedamos dormidos. Por suerte serían muchas noches como esa.

sábado, 9 de enero de 2010

46

Llegaron las tan esperadas vacaciones. Un período de descanso y relajación, pero también para ver a Hyde. Lo necesitaba con desesperación.
No sé como Hyde consiguió la cabaña de su tío. "le dije algo así como "voy a llevar una chica, tu sabes" y me entregó en seguida las llaves, puedes creerlo?" Luego Hyde le dijo a su mamá que yo lo había invitado al campo de vacaciones unos días. Me pareció que Hyde podría decir cualquier cosa y todo el mundo le creería. Quizás era por ese…encanto que tenía, no lo sé. Pero yo no lo tenía, de eso era seguro.
Estaba un poco nervioso, nunca les había mentido a mis padres, pero al final salió todo bien. Les dije a los míos que con Hyde iríamos a la playa...con su madre. Que ella nos había invitado. Le dejé números de teléfono y todo. Me sentía con ganas de correr riesgos, o eso me hizo pensar el hecho de que estuviéramos a punto de irnos con Hyde a la playa, solos.
¡Que emoción!
Nos encontramos en la estación de buses a primera hora en la mañana. No llevábamos muchas cosas, solo lo necesario y algo de dinero. Tardaríamos un par de horas en llegar; y aunque el viaje en bus no fue muy cómodo, me entretuve mirando por la ventana los distintos paisajes que iban apareciendo. Cuando al fin divisé el mar por poco suelto una exclamación asi como "Kawaii~~!" ¿Hyde se avergonzaría de mi actitud infantil? Pero no podía evitarlo. El mar, su potente color azul, su tranquilidad...la espuma...¿llevaba mi cámara? Esperaba que sí. No hacía tanto calor, y corría una suave brisa. Podríamos sacar muy buenas fotografías, pasear y no sentir ni un calor agobiante ni un frío repentino.
Donde nos quedaríamos estaba cerca de la orilla, junto a otras casas, un poco en altura. La fachada era blanco invierno, que contrastaba con el celeste del cielo. Las ventanas eran circulares, y también había un balcón, desde donde uno podía observar a lo lejos el mar y también la arena. Apenas entré, recorrí toda la estancia, fascinado. "doiha-chan, mira! es demasiado peque y acogedora, me encanta!" Claro, Hyde ya había pasado varias vacaciones en esa casa, por lo que no se mostraba tan sorprendido como yo. Dentro donde estaba la salita de estar, había una alfombra de piel y sobre ella, una mesita de cristal con varios adornos. Dos sillones la rodeaban, y había unas largas lámparas de pie. También había unos cuadros del tipo impresionista decorando la pared, por lo que pensé que el tío de Hyde debía de ser amante del arte.
Había una cocina del tipo americana, con un microondas, una nevera, toda de color blanco. Se veía bonito todo, porque la cabaña por dentro tenía las paredes de madera pero el suelo era de cerámica. Había tres habitaciones y un baño. Me gustó mucho. Estaba muy feliz.
Pero lo que más me gustó era el hecho de que íbamos a estar solos unos días, sin tener que preocuparnos de que alguien nos viera. Me abalancé sobre Hyde, lo abracé y lo besé, quería transmitirle mi alegría. "¿Qué es lo que haremos primero?"
Nos separamos y Hyde me llevó hasta el sillón. "Ya vas a ver, espérame aquí, ponte cómodo", con un beso fugaz se levantó, dirigiéndose a la cocina. Se oía mucho ruido desde allí, y mientras miraba la televisión, no podía evitar dirigir mi vista cada tanto hacia la puerta de la cocina para saber qué diantres hacia mi doiha-chan. Cuando abrió la puerta, sentí un olor a carne...¿sería estofado lo que estaba cocinando? Como sea, el se veía delicioso con delantal! "Solo esperemos un poco más", dijo mientras se sentaba a mi lado y pasaba su brazo sobre mis hombros.
"Por la noche vamos a la playa si?", propuse mientras lo abrazaba por la cintura y colocando la cabeza sobre su pecho, qué cómodo. El asintió y me besó. Luego se paró corriendo a ver la cocina. Volvió a salir para colocar la mesa, yo solo me dediqué a mirar su ir y venir, con una sonrisa. Me encantaba que Hyde cocinara para mí, pero no me gustaba no hacer nada. Fui a la cocina por si podía ayudar en algo, pero el me tranquilizó con una sonrisa. "Casi termino", me entregó un par de vasos con jugo de...manzana! era mi favorito.
Una vez terminado todo, Hyde sacó la silla y me la ofreció de una forma cómicamente caballerosa. No podíamos aguantar la risa por ese gesto. "Su cena está lista", dijo guiñando el ojo mientras se sentaba enfrente a mi. "Hyde esto huele delicioso”, y de seguro sabía mucho mejor, pensé mientras tomaba el tenedor y picaba la comida, llevándome trozos pequeños la boca. Y como siempre, Hyde esperaba ansioso mi primera reacción. Quise aumentar la tensión, puesto que mastiqué despacio sin decir nada por un momento... ¿se preocupó doiha?
Estaba delicioso, como era de esperarse. Sonreí y probé un poco más."Rico!" vi como su expresión se relajaba y comimos en silencio. ¿Que importa si no mantuvimos una conversación larga? Me bastaba con tenerlo ahí, en frente, sonriéndome cuando yo lo hacía...se sentía realmente bien.
Pero basta de comida! ahora lo que quería hacer era ir a ver el mar. Dejamos las maletas en la habitación y empezamos el descenso. Fue lento, pero bonito porque estábamos rodeados de árboles. Y como no había gente pudimos hacer la mayor parte del trayecto tomados de la mano, ¿qué mejor? Al sentir por fin la arena bajo nuestros pies no tuvimos que decir nada para correr al mar. ¡Y a divertirse! El agua estaba muy fría, pero pronto se pasó. A hyde lo derribó una ola, incorporándose a duras penas, y no pude más que reírme a carcajadas. . “jaja, esa Ola era más grande que tú, quedaste todo mojado!”, aunque a Hyde no le causaba mucha gracia. “ah si? Ya verás”, se lanzó encima de mí por lo que quedamos completamente empapados.
Hicimos guerra de agua, encontramos una estrella de mar. Luego caminamos por la orilla hasta unas rocas, y nos dedicamos a mirar unos momentos simplemente como las olas chocaban con la superficie rocosa. Hyde quería traer su guitarra y tocar acompañado del sonido del mar, pero no lo dejé por que era peligroso.
Al caer la tarde, no había mucha gente en la playa, por lo que casi era para nosotros solamente. No nos dimos cuenta cuando el cielo comenzaba a teñirse de rojo y violeta y que habíamos pasado toda la tarde jugando a orillas del mar. El castillo de arena que habíamos hecho estaba destruido, un niño lo había pisado por accidente. Era hora de regresar.
Nos secamos y cambiamos de ropa. Mientras Hyde preparaba algo para comer (me encanta que cocine!), Salí a tomar algunas fotografías del atardecer. Me pregunté si nos quedaríamos despiertos hasta que amaneciera también.
“¿y haciendo qué?”, me pregunté.

Trajimos películas por montón. De hecho, habíamos planificado lo que íbamos a hacer. Ir al pueblo cercano, bajar a la playa a recolectar especies marinas, ver películas hasta vomitar, figuraban como actividades. Aunque no contábamos con que: uno, íbamos a pasar la mayor parte del tiempo besándonos (la adolescencia, ya saben…) y dos, estábamos tan cansados por haber jugado todo el día que ya no quedaban energías para cartas, o películas, o comida.

Lo último que recuerdo antes de quedarme dormido es a Hyde besándome por milésima vez la mejilla antes de dirigir su vista nuevamente al televisor.
Esa noche, tuve muchos sueños dulces. Y en todos aparecía Doiha-chan.