sábado, 25 de octubre de 2008

6

Visión de Hide.

Después de recibir la última carta, esa semana me pareció la más lenta de todas. No puedo mentir, estaba muy nervioso porque llegara el viernes. La determinación en cada una de sus palabras me había puesto en una situación en donde cada minuto pasaba de una manera descomunalmente eterna, o así me parecía.

El viernes por la mañana me levanté más temprano de lo normal y estuve arreglado, con el uniforme limpio, muchas horas antes de tener que salir. Me senté en la mesa del comedor y ví la tele un largo rato, me estiré sobre la mesa escondiendo la cara, sintiéndome un poco tonto por haberme levantado tan temprano. Después de todo aún tenía algo de sueño. Algunas horas después ya estaba en el colegio, haciendo lo de siempre. Esa incansable rutina diaria que tenía que seguir, pero claro, todo pasaba lento.

Cuando por fin llegó la hora de la salida, me detuve cerca de la entrada. Ahí estaba la parada mencionada en la carta, la cual por cierto tenía en el bolsillo del saco y la estrujaba con fuerza entre mi puño. Demasiado nervioso como para darme cuenta de esto me encaminé hasta la parada, estaba aún vacía, mis manos continuaban dentro de mis bolsillos. Luego de un rato de pie, me senté en la banca y esperé otro momento más. “No llegará” pensé un tanto desilusionado y miré mi reloj de muñeca. Habían pasado escasos 3 minutos desde que había llegado. “Demonios!” el tiempo me jugaba sucio y los nervios le hacían segunda. Lancé un prolongado suspiro y levanté la mirada, al hacerlo, un chico se sentó un par de asientos a mi lado. Un chico con el uniforme de otro colegio, comencé a mirarlo de reojo para que no se diera cuenta de que examinaba cada rasgo y cada movimiento que hacía. “Cabello castaño y corto con un tinte rojizo…muy delgado… con una sonrisa en el rostro…” Cada imagen llegó a mi cabeza, era él, estaba casi seguro, pero ¿y si no era y quedaba en completa vergüenza? No podía arriesgarme a eso, pero tampoco iba a quedarme ahí esperando a alguien más, el cumplía los requisitos, excepto por la sonrisa, pero tenía una expresión alegre, tenía que ser él…

Aquella lucha interna no duró ni un minuto, recorrí los dos lugares que nos separaban y me senté justo a su lado. ¿Cómo debería empezar?... Concluí no pensarlo demasiado, no iba a hacerlo esperar más. “Hola… ¿Te-chan?” Lo primero que esperé fue un: “No amigo estás equivocado, suerte para la próxima” Pero a cambio de eso, el chico se giró y me miró con una sonrisa! Wow! Era una sonrisa linda, ahora estaba seguro de que era él. También sonreí, él asintió con la cabeza y a partir de ahí mi mente se bloqueó durante un momento, no supe que decir. Me puse de pie y delante de él. “Y… ¿a dónde quieres ir?”

Decidimos ir a una heladería cercana dentro del centro comercial. Los nervios se desvanecían poco a poco, y las risas y pláticas incrementaban. Hablamos de todo, desde lo que nos pasó esa semana hasta lo que planeábamos hacer en la siguiente. Le leí un par de poemas escritos por mi, no se a ciencia cierta si le gustaron pero dijo que eran buenos. Yo vi algunos de sus dibujos, me parecieron muy buenos, algunos divertidos. Comimos helado hasta hartarnos y después fuimos a un parque que a esa hora ya estaba algo solitario. La noche estaba cayendo… ¿por qué diablos ahora el tiempo pasaba tan rápido? Supongo que así lo dicta una de las tantas leyes de la vida. Cuando la estas pasando bien, el tiempo pasa volando; mientras esperas, las horas parecen décadas…

Sentados en el pasto platicamos de muchas cosas más, intercambiamos números de teléfono y correos electrónicos. Incluso en un momento en que los dos nos quedamos en silencio, me atreví a cantar un pedazo de Sweet Dreams de Marilyn Manson, con esa voz de ultratumba que la canción requiere. Esto hizo reír a Te-chan. Me gusta cuando sonríe, parece como si todo se iluminara y las cosas estuvieran bien. Más tarde la noche terminó por caer y la luna se levantó imponente sobre el firmamento. De inmediato recordé una de las cartas y me puse de pie de un salto, le tendí mi mano para ayudarle a levantarse también. “Prometiste que caminaríamos bajo la luna” Y eso hicimos.

Nos despedimos en el mismo lugar en donde comenzamos, aquella parada de autobús cerca de mi colegio. A decir verdad estuvimos unos minutos más platicando ahí mismo, acordamos que nos veríamos otra vez muy pronto. Luego nos separamos y me fui a mi casa, satisfecho y feliz. Creo que nunca había tenido una tarde como esa. Llena de risas y una compañía así a mi lado. Pronto le escribiré otra carta a Te-chan, cuando esta semana de exámenes termine. Estoy exhausto…

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